jueves, 24 de abril de 2014

El pueblo que se olvidó de sí mismo



 “El primer paso para aniquilar un pueblo es borrar su memoria. Destruir sus libros, su cultura, su historia. Y después pones a alguien para que escriba nuevos libros, para que elabore una nueva cultura, para que invente una nueva historia. En poco tiempo la nación empezará a olvidar lo que es y lo que fue”.
           Milan Kundera, El libro de la risa y el olvido (1979)

No es casualidad que empiece este alegato citando a un escritor nacido en un Estado formado por dos países y que se disolvió de mutuo acuerdo: Checoslovaquia. Después de escribir el libro, Milan Kundera se vio forzado a exiliarse de su país natal y establecerse en Francia, donde publicaría este trabajo. En él hace una crítica sutilmente feroz del régimen comunista a través de una camarera que vive en Praga y lucha por mantener el recuerdo de su marido fallecido, haciendo referencia a la naturaleza del olvido en la historia, la política y la vida.

Para encontrar el paralelismo de la cita en el olvido de León hay que remontarse mucho tiempo atrás. La frustración casi innata en la que está sumido el pueblo leonés tiene su origen en la Edad Media: cuando una persona oriunda de esta región se ve obligada a especificar su condición ante la presencia de foráneos, se debe al proceso de manipulación que tuvo lugar durante las guerras entre los reinos peninsulares y sobre todo a la ocultación tras la unión de las coronas de León y Castilla en 1230. Si bien se considera que la unión significó la desaparición de León como entidad diferenciada (nada más lejos de la realidad puesto que conservó instituciones como el Adelantado Mayor del Reino dentro de la corona de Castilla), lo que realmente propició fue el inicio de un proceso etnocida secular.

¿Es posible un etnocidio sin sangre?

Según la definición que estableció la UNESCO en un seminario internacional en 1981, un etnocidio consiste en “las condiciones en que se deniega a un grupo étnico el derecho a disfrutar, desarrollar y transmitir su propia cultura y su propio idioma”. Por tanto, un etnocidio es un proceso de aculturación impuesto a un pueblo por parte de otro más poderoso, que desemboca en última instancia en la desaparición del más débil.
Veamos unos ejemplos que ponen de manifiesto que hablar de etnocidio al referirse a los leoneses no es desproporcionado:

Grabado de Vellido Dolfos a su paso por el Portillo de la Lealtad
  • La hazaña del noble leonés Vellido Dolfos en 1072 es un ejemplo arquetípico de manipulación histórica medieval. Tras la muerte de Fernando I, su hijo Sancho II dejó patente su disconformidad con el reparto testamentario que había realizado su progenitor puesto que Zamora quedaba, según la voluntad de Don Fernando, en manos de su hija Urraca. Al mostrar su rechazo hacia el reparto establecido, Sancho II sitió la ciudad del Duero con el fin de acabar con la resistencia leonesa. Estrechado el cerco, Vellido Dolfos salió en dirección al campamento militar castellano y concretó una entrevista con Sancho II informándole de su deserción del bando de doña Urraca. Una vez allí, el audaz caballero atravesó la espalda del rey con una lanza y volvió galopando a Zamora, acontecimiento que marcaría el rumbo de España para siempre. Menéndez Pidal, en un intento por recuperar y lavar la imagen del caballero leonés, escribió sobre este suceso: “Si el heroísmo de Mucio Scevola, en lugar de haber pasado a la historia contado por los historiadores republicanos de Roma, se hubiera transmitido según el relato del campo etrusco, el nombre de Scevola sería odioso en la historia de Italia como el de Vellido en la de España.” En los cantares de gesta, la figura de Vellido Dolfos siempre es mencionada haciendo referencia a su “traición”. En su huida y persecución (liderada por El Cid), Vellido Dolfos atravesó un portillo de la muralla que había sido conocido como “de la Traición”. En 2009, debido en gran medida a la presión ciudadana, surgió una iniciativa política para reparar este error histórico y pasó a denominarse oficialmente “Portillo de la Lealtad”.
  • Damnatio memoriae es una locución latina que significa “condena de la memoria”. Fue una práctica habitual en la antigua Roma que consistía en condenar la memoria de un enemigo de Estado tras su muerte. Para ello se borraba cualquier prueba de su existencia (imágenes, monumentos o inscripciones), llegando en ocasiones a prohibir el uso de su nombre. Esta práctica se llevó a cabo desde el antiguo Egipto hasta la extinta Unión Soviética, cuando Stalin eliminó de los registros a todos sus adversarios políticos e incluso la censura del régimen modificó fotos en las que aparecía con los condenados a muerte, como Trotski. En el caso que nos concierne, esta práctica fue llevaba hasta el extremo de querer borrar todo trazo de lo leonés debido a la enemistad entre los reinos de León y Castilla durante el Medievo. En los territorios que pasaron a manos castellanas (ya fuera por tratados o por la fuerza) se intentó eliminar cualquier rastro de su anterior pertenencia con el fin de hacer olvidar a sus habitantes su condición original. Una prueba de ello está en el monasterio de Santa María de Valbuena, fundado en 1143, en el que recientemente ha aparecido un león rampante, emblema del Reino de León, tras levantar la cal que había sobre un escudo cuartelado. Es decir, se había intentado expresamente hacer olvidar la historia anterior a la dominación castellana.
                                               

Otras cuestiones no baladíes también han propiciado la confusión respecto a los límites de León:

  • Como ya hemos apuntado antes, es un error considerar que la unión de las coronas de León y Castilla supuso la desaparición del reino. No obstante, esto se debe en gran medida al desconcierto generado en torno a la diferencia entre corona y reino. Si León hubiese desaparecido tras la unión, fagocitado por la Corona castellana, esto significaría que todos los territorios que formaban parte de la Corona leonesa (Galicia, Asturias y la Extremadura leonesa) hubiesen corrido la misma suerte. Las características diferenciales del reino de León, su fundamentación ideológica de origen mozárabe y su condición de germén de España, hicieron que se eligiera el nombre de la ciudad para no caer en diferencias étnicas y pretendía abarcar el mayor territorio posible. De la misma manera que Roma utilizó el nombre de su ciudad capital, León siguió la misma estrategia, la cual contribuyó a desdibujar su verdaderos límites y generar la confusión actual entre ciudad/provincia/región.
  •  Por esta misma razón, el territorio que era ocupado en el ideario colectivo por Castilla, gracias a un glotónimo carente en parte de connotaciones étnicas gracias al mestizaje que tuvo lugar en toda la Península, era fácilmente arrebatado a León en el proceso de avance de la Reconquista. La historiografía castellanocéntrica, sobre todo a partir del siglo XIX pero no exclusivamente, fomentó la confusión con el propósito de afianzar la unidad nacional. Esto se hizo dando el papel protagonista a Castilla en el proceso de construcción de España e ignorando todo lo relacionado con la labor de León en este proceso. No olvidemos que Castilla nació originariamente como condado escindido de León. Esta tergiversación secular ha propiciado el desorden autonómico actual.
  •  El determinismo en boga durante la segunda mitad del siglo XIX tuvo una gran influencia en la España de la época. Esta corriente importada de Francia asociaba la meseta con Castilla y el paisaje mesetario con el carácter único de los españoles. Anteriormente, fueron los primeros viajeros románticos, sobre todo franceses, los que iniciaron esta asociación perniciosa, creando tópicos que perduran a día de hoy como la asociación de España, desde un punto de vista romántico, con imágenes costumbristas en las que suelen aparecer el flamenco y los toros. Todo ello grabó en los intelectuales españoles posteriores unas ideas que moldearían su pensamiento.
  •  La obra de la generación del 98 significó la consolidación en el ideario colectivo de una Castilla literaria de carácter abstracto. Los escritores e intelectuales noventayochistas contribuyeron al ocultamiento de León de forma constante y cayeron en contradicciones obvias al hacerlo. El pesimismo de la mayoría de sus representantes sirvió para generar más confusión mediante su leitmotiv, al asociar la meseta con Castilla e intentar entender España al hacerlo. El vitoriano Ramiro de Maeztu es un buen ejemplo:
“¿Y qué se encuentra en la inmensa meseta que se extiende desde Jaén hasta Vitoria, desde León hasta Albacete, desde Salamanca hasta Castellón, desde Badajoz hasta Teruel? (...) ¿Qué es hoy Castilla? Recórrase en cualquier dirección. ¿Qué es hoy Castilla? Un páramo horrible poblado por gentes cuya cualidad característica aparente es el odio al agua y al árbol; ¡las dos fuentes de futura riqueza!”
  • Una prueba más de que la Castilla del 98 no se corresponde en absoluto con la Castilla histórica y que sirvió para que provincias como Santander o Logroño, de carácter costero y montañoso, se escindieran de Castilla La Vieja durante la Transición por no identificarse con el paisaje inhóspito que describía. El castellanocentrismo y centralismo del filósofo Ortega y Gasset también se observa en una frase que aparece en su obra principal, La España invertebrada, en la que critica los nacionalismos periféricos como fuerzas centrífugas que actuaban por la coyuntura de decadencia: “…España es una cosa hecha por Castilla, y hay razones para ir sospechando que, en general, sólo cabezas castellanas tienen órganos adecuados para percibir el gran problema de la España integral.”
  • Azorín, aun consciente de las diferencias entre la Castilla real y la literaria, también se dejó llevar por el ambiente intelectual de la época y se aprecia en este capcioso verso: “León, la ciudad que ha sido la primera en la nacionalidad castellana.” Unamuno, también consciente de las diferencias entre León y Castilla, aunque fuera sólo por cuestiones lingüísticas, contribuyó al ocultamiento de León dentro de España con frases como "Es el León leonés león de Castilla" o cuando afirmaba: "La Castilla leonesa y asturiana, la de la Recon­quista, la de Pelayo...". Todas estas citas vienen a demostrar que el origen de la confusión se debe parcialmente a las obsesiones de estos literatos y a los enredos ideológicos de la generación del 98.
  •  El proceso de manipulación histórica se perpetuó durante el franquismo puesto que los historiadores y acólitos del régimen mantuvieron la visión castellanocéntrica iniciada en el siglo XIX y pretendieron ensalzar la figura carpetovetónica de los Reyes Católicos como valor de unión entre las diferentes regiones. Más adelante, durante el proceso autonómico que siguió a la muerte de Franco, Rodolfo Martín Villa (UCD) y Gregorio Peces Barba (PSOE) acordaron, sin referéndum y por “motivos de Estado”, crear una autonomía basada en el valle del Duero y sin ninguna fundamentación histórica, uniendo la Región Leonesa y parte de Castilla La Vieja.
  • Esta autonomía no refrendada ha servido para crear un ente financiado con dinero público llamado Fundación Villalar, cuyo objetivo es “acrecentar el sentimiento de pertenencia de los castellanos y leoneses a una Comunidad Autónoma con identidad propia” pero que ignora por completo el carácter “birregional” establecido en el Estatuto de Autonomía de Castilla y León. Esta fundación recibe anualmente cerca de un millón de euros que se invierten para manipular históricamente a los escolares e inculcarles ideas como que “Octavio Augusto vino a la península ibérica a someter a Castilla y León” (cuando en realidad Castilla y León se creó en 1983) o hablarles de “las cortes castellanoleonesas de 1188” (cuando las Cortes de 1188 fueron exclusivamente leonesas ya que en aquel entonces tenían diferentes reyes). Este despropósito continua con la marca de garantía del sector agroalimentario “Tierra de Sabor” que vende productos leoneses con la marca Castilla y sin hacer mención a su origen real. La última polémica surgida en la Región Leonesa por una de estas imprecisiones ofensivas ha sido a raíz de un texto que aparece en el apartado de historia de la página web del Consejo de Estado y que, deliberadamente y por motivos desconocidos, ha ocultado y manipulado el carácter leonés de las Cortes de 1188, recientemente declaradas como las primeras de Europa por la UNESCO.

El proceso de manipulación secular persiste actualmente a pesar de las continuas denuncias que realizan los leoneses de las tres provincias y que son la razón principal de que haya un movimiento que exige la disolución de la autonomía de Castilla y León. El haber sido germen de España no debería significar semejante condena al ostracismo y que la identidad leonesa se diluya en pro del porvenir del Estado. Todas estas razones dan qué pensar: ¿por qué es León la única región que carece de reconocimiento a pesar de tener su propio cuartel en el escudo de España?


1 comentario:

  1. Muy buen artículo.

    Lo único que te faltó y que yo añadiría es el porqué de todo ésto.

    En el siglo XIX de la mano de los liberales fomentan la idea de nación española que no existía anteriormente. La construcción de un estado nacional es fruto del ideario liberal. El proceso nacional español necesitaba de una construcción de cultura nacional, de lengua nacional y de una idea de homogeneidad a imagen y semejanza del estado jacobino francés. De ahí deriva todo el meollo porque esa idea homogenea choca con la diversidad de pueblos que componen el estado; nada más crearse esa visión de la nación española surgieron movimientos contrarios. Un proceso que hace aguas...de ahí que intelectuales como la generación del 98 o los regeneracionalistas tuviesen esa visión equívoca pero a las claras desde la idea de centralismo, de la Gran Castilla que era el entorno por el cual construyeron esa idea nacional de Las Españas que anteriormente al siglo XIX no se tenía aunque existiese el reino o imperio de España. Esa idea de la Corona de Castilla como soporte de la idea nacional española.

    El centralismo y homogeneidad se va fraguando con la consolidación de la corona de Castilla. Desde el siglo XIV se empieza a desdibujar desde la corte castellana lo que era León. La homogeneización de cortes o de cortes como la implantación del castellano contribuyó a ello. En las siguientes uniones dinásticas el proceso fue igual con el borbonismo uniforme y centralista hasta llegar al franquismo uniforme o a esas tendencias de la derecha española que piden un estado centralizado como salvaguarda de la unidad nacional de España Algo histórico que el nacionalismo español siempre ha reclamado.

    El planteamiento de concebir León como Castilla y desdibujarlo es la misma idea de plantear una unidad más allá de las uniones dinásticas. Es precisamente desde la historigrafía oficial desde donde se borra la historia de Vellidos Dolfos y se sigue esa tendencia de ningunear su figura cogiendo la versión castellana o se dice que León en 1230 desaparece. Todo para exponer que León era un territorio castellano. Todo para construir la nación española desde Castilla. Y para ello, desde ese proceso centralista y homogeneizador borrar todas las identidades y todos los pueblos que no sean compatibles con esa idea.

    Actualmente sigue en vigencia esa idea de la Gran Castilla que no es más que una adaptación interesada de la Corona de Castilla. Todo por esa misma idea de la generación del 98....como salvaguarda de esa idea nacional, centralista y homogénea de España.

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